En aquel tiempo, los discípulos de Juan fueron a ver a Jesús y le preguntaron: “¿Por qué tus discípulos no ayunan, mientras nosotros y los fariseos sí ayunamos?” Jesús les respondió: “¿Cómo pueden llevar luto los amigos del esposo, mientras él está con ellos? Pero ya vendrán días en que les quitarán al esposo, y entonces sí ayunarán.
Nadie remienda un vestido viejo con un parche de tela nueva, porque el remiendo nuevo encoge, rompe la tela vieja y así se hace luego más grande la rotura. Nadie echa el vino nuevo en odres viejos, porque los odres se rasgan, se tira el vino y se echan a perder los odres. El vino nuevo se echa en odres nuevos y así las dos cosas se conservan’’.
Palabras de los Papas
“Vinos nuevos, odres nuevos”: la novedad del Evangelio. ¿Qué nos trae el Evangelio? Alegría y novedad. Estos doctores de la ley se encerraban en sus mandamientos, en sus prescripciones. San Pablo, hablando de ellos, nos dice que antes de la fe, es decir, de Jesús, todos estábamos como prisioneros bajo la ley. (…) Y cuando Jesús reprende a estas personas, a estos doctores de la ley, los reprende por tener al pueblo no sujeto a la ley, sino esclavo de tantas pequeñas leyes, de tantas pequeñas cosas que debían hacerse. Pablo distingue bien: hijos de la ley e hijos de la fe, vinos nuevos, odres nuevos. Por eso la Iglesia nos pide a todos cambios. Nos pide que dejemos de lado las estructuras perecederas —no sirven— y que tomemos odres nuevos, los del Evangelio. No se puede entender la mentalidad, por ejemplo, de estos doctores de la ley, de estos teólogos fariseos; no se puede entender su mentalidad con el espíritu del Evangelio. Son cosas distintas, el estilo del Evangelio es otro que lleva la ley a su plenitud, sí, pero de una manera nueva: es vino nuevo en odres nuevos. (Papa Francisco – Homilía en Santa Marta, viernes, 5 de septiembre de 2014)