En aquel tiempo, se apareció Jesús a los Once y les dijo: “Vayan por todo el mundo y prediquen el Evangelio a toda creatura. El que crea y se bautice, se salvará; el que se resista a creer, será condenado. Éstos son los milagros que acompañarán a los que hayan creído: Arrojarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos, y si beben un veneno mortal, no les hará daño; impondrán las manos a los enfermos y éstos quedarán sanos”.
Palabras del Santo Padre
Pablo era un enamorado de Jesús. Saulo —el primer nombre de Pablo— ya era celante, pero Cristo convierte su celo: de la Ley al Evangelio. Su impulso primero quería destruir la Iglesia, después, en cambio, la construye. Nos podemos preguntar: ¿qué ha sucedido, que sucede de la destrucción a la construcción? ¿Qué ha cambiado en Pablo? ¿En qué sentido su celo, su impulso por la gloria de Dios ha sido transformado? (…) En el caso de Pablo, lo que le ha cambiado no es una simple idea o una convicción: ha sido el encuentro con el Señor resucitado (…) que ha transformado todo su ser. La humanidad de Pablo, su pasión por Dios y su gloria no es aniquilada, sino transformada, “convertida” por el Espíritu Santo. El único que puede cambiar nuestros corazones es el Espíritu Santo. Y así para cada aspecto de su vida. (…) Si uno está en Cristo es una nueva criatura, este es el sentido de ser una nueva criatura. (Audiencia general, 29 de marzo de 2023)