Parroquia Santuario

Nuestra Señora del Rosario

Evangelio del día

Evangelio de hoy Miércoles 2 de Octubre de 2024
Miércoles de la semana 26 del Tiempo Ordinario
Lectura del santo evangelio según San Mateo 18, 1-5. 10
Evangelio del día
“ Sus ángeles están viendo siempre el rostro de mi Padre ”

En cierta ocasión, los discípulos se acercaron a Jesús y le preguntaron: «¿Quién es más grande en el Reino de los cielos?»

Jesús llamó a un niño, lo puso en medio de ellos y les dijo: «Yo les aseguro a ustedes que si no cambian y no se hacen como los niños, no entrarán en el Reino de los cielos. Así pues, quien se haga pequeño como este niño, ése es el más grande en el Reino de los cielos. Y el que reciba a un niño como éste en mi nombre, me recibe a mí.

Cuidado con despreciar a uno de estos pequeños, pues yo les digo que sus ángeles, en el cielo, ven continuamente el rostro de mi Padre, que está en el cielo».

Palabras del Santo Padre

Dios no tiene dificultad para hacerse entender por los niños, y los niños no tienen problemas para comprender a Dios. No por casualidad en el Evangelio hay algunas palabras muy bonitas y fuertes de Jesús sobre los «pequeños». Este término «pequeños» se refiere a todas las personas que dependen de la ayuda de los demás, y en especial a los niños.

Jesús dice: «Cuidado con despreciar a uno de estos pequeños, porque os digo que sus ángeles están viendo siempre en los cielos el rostro de mi Padre celestial» (Mt 18, 10). Por lo tanto, los niños son en sí mismos una riqueza para la humanidad y también para la Iglesia, porque nos remiten constantemente a la condición necesaria para entrar en el reino de Dios: la de no considerarnos autosuficientes, sino necesitados de ayuda, amor y perdón. Y todos necesitamos ayuda, amor y perdón. (…) Y son numerosos los dones, muchas las riquezas que los niños traen a la humanidad. Recordaré sólo algunos. Portan su modo de ver la realidad, con una mirada confiada y pura. El niño tiene una confianza espontánea en el papá y en la mamá; y tiene una confianza natural en Dios, en Jesús, en la Virgen.

Al mismo tiempo, su mirada interior es pura, aún no está contaminada por la malicia, la doblez, las «incrustaciones» de la vida que endurecen el corazón. Sabemos que también los niños tienen el pecado original, sus egoísmos, pero conservan una pureza y una sencillez interior.  Por todos estos motivos Jesús invita a sus discípulos a «hacerse como niños», porque «de los que son como ellos es el reino de Dios» (Audiencia general, 18 de marzo de 2015)