Parroquia Santuario

Nuestra Señora del Rosario

Evangelio del día

Evangelio de hoy Miércoles 14 de Mayo de 2025
Tiempo Pascual: Miércoles de la IV Semana de Pascua
Lectura del santo evangelio según San Juan 15, 9-17
Evangelio del día
“ Esto os mando: que os améis unos a otros ”

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Como el Padre me ama, así los amo yo. Permanezcan en mi amor. Si cumplen mis mandamientos, permanecen en mi amor; lo mismo que yo cumplo los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. Les he dicho esto para que mi alegría esté en ustedes y su alegría sea plena.

Este es mi mandamiento: que se amen los unos a los otros como yo los he amado. Nadie tiene amor más grande a sus amigos, que el que da la vida por ellos. Ustedes son mis amigos, si hacen lo que yo les mando. Ya no los llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su amo; a ustedes los llamo amigos, porque les he dado a conocer todo lo que le he oído a mi Padre.

No son ustedes los que me han elegido, soy yo quien los ha elegido y los ha destinado para que vayan y den fruto y su fruto permanezca, de modo que el Padre les conceda cuanto le pidan en mi nombre. Esto es lo que les mando: que se amen los unos a los otros’’.

Palabras de los Papas

«Permaneced en mí, en mi amor». Permanecer en el Señor es fundamental como primer tema de este pasaje. Permanecer: ¿dónde? En el amor, en el amor de Cristo, en el ser amados y en el amar al Señor. (…) encontramos también otro imperativo: «Permaneced» y «guardad mis mandamientos». «Guardad» es sólo el segundo nivel; el primero es el de «permanecer», el nivel ontológico, es decir, que estamos unidos a él, que nos ha dado su persona anticipadamente, ya nos ha dado su amor, el fruto. No somos nosotros quienes debemos producir el gran fruto; el cristianismo no es un moralismo, no somos nosotros quienes debemos hacer todo lo que Dios se espera del mundo, sino que ante todo debemos entrar en este misterio ontológico: Dios se da a sí mismo. Su ser, su amor, precede a nuestro actuar y, en el contexto de su cuerpo, en el contexto del estar en él, identificados con él, ennoblecidos con su sangre, también nosotros podemos actuar con Cristo. La ética es consecuencia del ser: primero el Señor nos da un nuevo ser, este es el gran don; el ser precede al actuar y a este ser sigue luego el actuar, como una realidad orgánica, para que lo que somos podamos serlo también en nuestra actividad. Por lo tanto, demos gracias al Señor porque nos ha sacado del puro moralismo; no podemos obedecer a una ley que está frente a nosotros, pero debemos sólo actuar según nuestra nueva identidad. Por consiguiente, ya no es una obediencia, algo exterior, sino una realización del don del nuevo ser. (Benedicto XVI – Lectio Divina nel Seminario Mayor Romano, 12 de febrero de 2010)